JORGE TEILLIER
(1935-1996)
SCRISOARE UNUI POPA DE TARA
(1935-1996)
SCRISOARE UNUI POPA DE TARA
(Parafrazandu-l pe Rene-Guy Cadou)
Draga prietene, fara indoiala te afli intr-un sat
prizionier al stropilor de ploaie
avand la cina musafiri tulburatori
precum Apollinaire, Cendrars ori Braulio Arenas*.
Gradina bisericii nu si-a pierdut farmecul
nici livada prospetimea.
Tot a salcam miroase
Tot a salcam miroase
si tot se aude suieratul trenurilor.
In timp ce-ti scriu
mi se pare ca privesti spre casa spanzuratului
iar vechile tale carti asteapta inca
sa vina sa-le citeasca vecinii.
(Doamne, sa l-admir pe acest popa de tara
el stie mai bine decat mine tainele care
ne insotesc
versurile pe care le scrie in lui camera alba
nu-s decat soaptele Tale pe care mi-ar place sa le aud).
Draga prietene, da-mi voie sa ma alatur
orfanului, calului schingiuit, albinelor domniei tale
si ingaduie-ma sa ascult imnurile dumitale
cind va fi Judecata de Apoi.
* Poet chilien, surealist.
(Tradus de I. Rollason si S. Teillier)
CARTA A UN CURA RURAL
(Paráfrasis de René-Guy Cadou)
Querido amigo, sin duda está usted en un pueblo
encerrado por los barrotes de la lluvia
invitando a cenar a inquietantes personajes
como Apollinaire, Cendrars o Braulio Arenas.
El jardín parroquial no ha perdido su encanto
ni el huerto su frescor.
Siempre se huele a retamos,
siempre se oye el silbido de un tren.
Mientras yo le escribo
creo que usted mira la casa del ahorcado
y sus viejos libros reposan
hasta que lleguen a leerlos sus vecinos.
(Dios mío, déjame admirar a este cura rural
él sabe más que yo de los misterios que nos acompañan
y lo que escribe en verso en su blanca habitación
no es sino un susurro tuyo que yo amaría recoger)
Querido amigo, permítame pues que me una
al huérfano, al caballo golpeado, a sus abejas
y que me sea posible oír sus cantos
en el momento justo del Juicio Final.
(Paráfrasis de René-Guy Cadou)
Querido amigo, sin duda está usted en un pueblo
encerrado por los barrotes de la lluvia
invitando a cenar a inquietantes personajes
como Apollinaire, Cendrars o Braulio Arenas.
El jardín parroquial no ha perdido su encanto
ni el huerto su frescor.
Siempre se huele a retamos,
siempre se oye el silbido de un tren.
Mientras yo le escribo
creo que usted mira la casa del ahorcado
y sus viejos libros reposan
hasta que lleguen a leerlos sus vecinos.
(Dios mío, déjame admirar a este cura rural
él sabe más que yo de los misterios que nos acompañan
y lo que escribe en verso en su blanca habitación
no es sino un susurro tuyo que yo amaría recoger)
Querido amigo, permítame pues que me una
al huérfano, al caballo golpeado, a sus abejas
y que me sea posible oír sus cantos
en el momento justo del Juicio Final.
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